Le llaman la Sin Nombre.
Y, verdaderamente, no lo tiene.
No porque no lo recuerde, si no porque nunca quiso creer en él.
Para ella, un nombre es una palabra; una mirada, un mundo.
Ya ha vencido a la vieja pregunta, ya no tiene miedo.
Es una promesa que nacerá en un futuro y se cumplió en un pasado.
Mientras, es un satélite en órbita alrededor del presente.
Recoge, surcando mil mares, eternas preguntas.
0 comentarios:
Publicar un comentario